martes, 10 de octubre de 2017

Seguir los pasos


Seguir los pasos puede ser muchas cosas. Puede ser continuar la senda marcada, puede ser marchar cauteloso al acecho, puede ser dejarse ir tras quien nos ha ganado el ánimo o puede ser moverse en la estela de una deslumbrante acción. Por esa vía se nos abre un mundo incierto en el que tan pronto nos decidimos por la obediencia como por la intriga, en el que tan pronto intuimos la presa como el misterio, en el que tan pronto secundamos el ejemplo como la promesa, en el que tan pronto perseguimos el brillo de la antorcha como la sombra del evadido, en el que tan pronto nos fascina la serenidad del punto fijo como el señuelo de una vibrante emoción.

Imagen de Fred Astaire Dance Studio
Bueno, dejemos a un lado las emociones y miremos a un mundo más próximo, porque seguir los pasos también puede ser cumplir con lo prescrito en un algoritmo, en tu algoritmo personal. La gran ventaja es que por esta vía avanzas hacia un mundo nuevo en el que todo es tan propio y cierto como ajeno a tu responsabilidad. Tan seguro es en él cada paso como previsible su resultado. Seguir ahí los pasos es una garantía de que te diriges hacia un mundo diseñado a tu medida, protegido de cualquier ocurrencia extraña, de toda sensación anómala. Por desgracia nada te garantiza que ese mundo sea mejor.

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