miércoles, 11 de octubre de 2017

Buscando el molde


No dispongo de la certificación MBTI emitida por la Myers & Briggs Foundation, pero tras darle un repaso  a las 16 variedades establecidas en su bienintencionado intento de tipificar la heterogénea personalidad de los humanos, yo me quedo con el tipo INTJ. Verán, para esta gente los tipos psicológicos se despliegan a través de cuatro ejes, cuyos polos serían extraversión (E) / introversión (I), sensibilidad (S) / intuición (N), pensamiento (T) / sentimiento (F) y juicio (J) / percepción (P). Tomando esas referencias como base, diría que mis coordenadas cualitativas podrían ser las del tipo INTJ. Señalar ese punto no me incomoda del todo, pues, tal y como lo veo, es un tipo bastante confortable y fácil de sobrellevar, un espejo en el que uno no llega a aborrecerse del todo y obtiene un retrato no demasiado definido ni demasiado difuso. Según revelan los sabios de esa Fundación, acogidos a la tutela patriarcal y científica de Carl G. Jung y a la fortuna de las señoras Briggs (madre e hija), infrinjo con mi elección el principio número uno, puesto que pongo en cuestión la razón de ser de su institución. Y es que no debería de adelantarme a proclamar mi tipo sin haber rendido cuentas y haberme aplicado el correspondiente test indicador. Pero bueno, como quiera que no estoy nada interesado en someterme a juicio y como prefiero divertirme un poco aprovechando mi libre albedrío, me adentraré en mi espesa psicología partiendo de cómo yo me veo y sin tener que reparar en lo que pudiera serme dictaminado por el test. Pero no teman. De darse un error evidente en mi apreciación, éste quedará aquí a la vista de todos y, como sabio que soy, puede que entonces estime conveniente excusarme con alguna pequeña rectificación. Hasta que ese momento llegue, me quedo en mi rincón dispuesto a abrir el paquete INTJ, ese que cuelga justo a mi altura en ese fructífero árbol jungiano como si de un juguete se tratara. Gracias a esa ciencia tan rentable, estiro mi brazo y lo cojo, pues ha llegado para mí el crudo y difícil momento de conocerme a mí mismo.

Del tipo INTJ me ha atraído probablemente esa luminosa conjunción que en él se da de facetas psicológicas tan relevantes como la introversión, la intuición, el pensamiento y el juicio. Díganme, quién no desearía verse arropado con semejantes galas, sobre todo pudiendo elegir. Además, no se habla en principio de proporciones, porcentajes y demás equilibrios, por lo que cada cual puede abastecerse de cada una de ellas a voluntad y obtener plena satisfacción. Es verdad que la divisa inicial siempre suele ser engañosa y que conviene avanzar un poco y penetrar en las oscuridades que la cajita encierra. Pasado ese preámbulo, la Fundación describe ese y los demás tipos a golpe de adjetivos. En el mío, la primera calificación en aparecer es un poco misteriosa: orientado a la visión, se dice. Pues sea, pero mi vista, digan lo que digan, ya no es la de antes. No estoy seguro de que se refiera a la percepción. Prosigamos. «Innovador sin alharacas», o sea uno innova sin que nadie lo aprecie. En eso no les falta del todo razón. «Perspicaz, conceptual, lógico» van en el siguiente paquete, pero no sé si me ha llegado por naturaleza o por oficio, y tampoco soy capaz de estimar ni la cota ni el interés de esas brillantes facultades. Prefiero no tomarlas como lisonjas y menos como virtudes sociales, porque en ocasiones son un castigo. Sigue: «Busca entendimiento», puede que sea cierto, por más que muchas veces es tanta mi perplejidad que no me decido a salir en su busca. Ese es mi estado natural y punto de partida, mucho más que lo que se anuncia a continuación: crítico, decisivo, independiente, determinado. Para empezar, no sé yo si las dos primeras cualidades se compadecen. Pienso que como regla general a más crítico se es menos decisivo. Y en lo de independiente, de qué, de quién, es algo que convendría aclarar. Por último, un buen INTJ «persigue la competencia y la mejora». No digo que no apunte maneras ahí, pero no sé yo si eligiendo este tipo no me habré equivocado, porque algo así como una comezón permanente o una fe ciega que me empujan alcanzar un objetivo tampoco tengo.

Por muy intuitiva y directa que fuera mi elección inicial, no sé si he dado en el clavo. Rebusco en las páginas de la CCP Inc. (una empresa asociada) y tampoco su descripción del tipo INTJ me convence lo más mínimo, puesto que allí sostienen que los pertenecientes a él «tienen mentes originales y gran destreza para implementar sus ideas y lograr sus objetivos. Rápidamente ven patrones en los acontecimientos externos y desarrollan explicaciones de gran profundidad. Cuando se comprometen, organizan un trabajo y lo llevan a cabo. Escépticos e independientes, se manejan con criterios de alto nivel en competencia y rendimiento, tanto para sí mismos como para otros». El estilo y el contenido es sin duda halagador, pero francamente creo que no consigo encajar del todo en el tipo, y lo peor de todo es que, tanteando de nuevo en los polos, tampoco acierto a verme en otro. Con el debido respeto para Carl Jung, pienso que existen muchas más que esas 16 variedades y que no basta con esos 4 ejes de definición. Quizá sea único, pero no tengo la impresión de tener una personalidad original. Es la criba con la que pretenden clasificarnos la que para mí está en este caso en cuestión.


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