sábado, 4 de octubre de 2014

Ahora desde la cabeza


Hablaba yo de la dispersión de la verdad, otros lo hacen con más tino apuntando para ello a la cabeza. Como ésta tiene una condición reflexiva no es difícil comprometerla con nuestra propia percepción de ella. El resultado, al decir de Günter Grass, es catastrófico, aniquilador. Él no aborda directamente la verdad, el parte del que piensa y de la dificultad en quien ya se conoce de reconocerse, esta vez desde la distancia, o más concretamente de la imposibilidad de establecer desde un punto externo nuestra propia identidad.

Así entiendo, yo por lo menos, el rotundo comienzo de su pequeño ensayo La carrera hacia la utopía: «La cabeza del hombre se considera a sí misma más diversa y más grande que la esfera terrestre. Es capaz de pensarse y repensarse a sí misma y a nosotros desde cualquier distancia, desde más allá del alcance de la gravedad de la Tierra. Se describe a sí misma y luego no se reconoce. La cabeza del hombre es una monstruosidad».


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