Están los hechos:
Se lee a mucha mayor velocidad que como se escribe, aunque concretando menos. Se escribe a menor velocidad que como se piensa, aunque concretando más.
Luego están las reglas:
Nada se concreta si no se entiende. Si la concreción no es otra cosa que el entendimiento, está por un lado el entendimiento del que escribe y por otro el del que lee.
Nada se piensa en concreto hasta que no se repiensa. No es lo mismo lo que repiensa quien lee, que lo que se repensó y quedó escrito.
Nada se lee como lo lee quien lo escribe. No existe grado de concreción similar en ambos, tampoco un entendimiento paralelo.
Y al final vienen las conclusiones:
A igualdad de ganancias y pérdidas en esas concreciones, uno tiende a creer que cuando lee capta realmente lo que otro piensa.
Esa igualdad, imposible como el entendimiento paralelo, está más próxima y puede llegar a ser una perfecta ilusión cuando uno escribe rápido y el otro lee lento.
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