sábado, 25 de noviembre de 2017

Planear


Siempre me queda la duda de cómo debería de planear, si desplegando las alas o empleando mi abanico de afiladas plumas. Si digo la verdad, preferiría dejarme llevar por el ensueño, como si viajara a merced del viento y descendiera dibujando círculos por el cielo. Pero no se me permite soñar, todo el mundo me pide que diseñe planes, que mi programa se aferre abiertamente a lo concreto. Siempre digo que, tanto si planeo en el cielo como en la tierra, todo viene a reducirse a un diseño. Aunque no voy a negar que, puestos a planear, de los dos diseños me atrae mucho más el primero, por que sé que, bajo la tutela del viento, el resultado será irrepetible y tan efímero que nadie se atreverá a enjuiciarlo. Sin embargo, en los diseños que se obran en tierra firme, todo acaba por remitir a un plan, algo demasiado trivial para quien se mueve por el aire. No tiene ningún misterio esbozar el plano sobre el que actuarás, cuando tienes todos los caminos a la vista. Aparte de los planes, los planos y los planeos, la gran diferencia está en donde nos movemos, si por arriba o por abajo. En un caso basta con flotar, en el otro hay que explorar. En ambos casos existen sin duda riesgos, pero desde arriba sabes al menos que nadie te impone un objetivo, que planear significa renunciar a la determinación, que planear es extender las alas y, con los ojos bien abiertos, aprender a caer, porque de un modo u otro todo el mundo sabe volar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario