En el pasado los conceptos forjados en el lenguaje escrito (inocencia, libertad, abnegación y cualquier otro) quedaban plasmados también en la pintura y la escultura mediante una estilización técnica de las imágenes que percibíamos de forma natural, pero la nueva figuración prescinde cada vez más (o va más allá) de la realidad, dejando el manejo de esas imágenes a la fotografía y el cine. A cambio recurre a combinar, reinterpretar con técnica reciente o mirar a través de imágenes conceptualmente contrastadas, conocidas por simbolizar los viejos conceptos, inventando de ese modo una suerte de álgebra plástica y dando, en el mejor de los casos, expresión a nuevos conceptos por vías no literarias.
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